martes, 15 de noviembre de 2016

Disertaciones sobre la naturaleza religiosa en la formación escolar


¿Estamos capacitados para asumir un papel protagónico en nuestra responsabilidad moral y ciudadana presidiendo de medios de control religioso?
La pregunta que abre el tema pone de relieve un hecho humano: históricamente ha prevalecido la interrelación del bien y la jurisprudencia divina. Desde generaciones atrás, no se ha dado oportunidad de pensar racionalmente los actos morales. Dios, todo poderoso, a través de sus ministerios y mecanismos reproducidos, infunde obediencia ciega por medio de la fe. Gracias a su imagen implícita en los derechos, se han evaluado de forma positiva y negativa aspectos de convivencia civil. Dios se ha interpretado en la base ética universal.
A partir de la presente disertación expondré tres puntos tocantes al tema de la religión y su conveniencia en el Estado. El esbozo sucede de forma general, no detalla las consecuencias ideológicas ni culturales en cada nación, ya que asume una situación genérica. Su rango de predictibilidad asume tres puntos:
1.- La religión en las fiestas locales.
“Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros” Jean Paul Sartre
Navidad, el día de las madres, de todos los santos, al-yuma‘a, Rosh Hashanah. Las festividades promueven actos de representación de la tradición de un pueblo y ser culturalmente diverso es el criterio que conforma una nación unida en idiosincrasia. Es una antinomia de la razón entre prescindir de la tradición y considerar que identidad siga intacta. Somos lo que aprendimos a ser.
Es parte de la expresión cultural la recepción y apropiación de festivales con motivos religiosos. En el caso de eliminar la oficialidad asignada a cada una de éstas, se diluye el sentido de pertenencia que muchas veces favorece a la nación. Oficialmente se promueve la inclusión de la diversidad de una región, a través del respeto a las creencias individuales y colectivas de una población.
Disfrutar la pertenencia a un rito religioso, y mantener compostura según sus lineamientos es útil para dar bases a un modelo constructor en la mentalidad colectiva. Recordemos que en la conciencia infantil no hay diferencia entre los imperativos Dios manda, obedece y teme a él; con el Estado impone, acepta y alinéate al sistema. Al aceptar el mecanismo de control y sumisión implícito en la ideología de los pueblos, se favorece su presión disciplinaria.
Es conveniente para el Estado preservar los códigos culturales y morales implícitos en las festividades religiosas. Evadirlos es una responsabilidad que resta compromiso con la cultura. Resulta ineludible obtener beneficios de ello.
2.- La predisposición ética en la religión
La conducta religiosa favorece una estrategia óptima en la sociedad: obediencia y sumisión al todopoderoso que vigila. Por medio del temor a cometer faltas o “pecados” la masa asume reglas de control que benefician la conducta, la religión está hecha como una guía o un modelo que (con independencia de los fundamentos) garantiza criterios que por razón pura no se ven favorecidos.
No robar, no matar, no violar. Con sus imperativos factibles, apoyan a la mayoría de los fieles creyentes que consideran que un ser favorable recompensa a los que han seguido sus demandas como convicciones personales. Esto, a lo sumo, también vendrá una minoría que ejercitará otras faltas humanas.
Reitero la idea de que, históricamente, ha prevalecido el temor divino y la gratificación espiritual, los seres humanos que asimilan las prohibiciones religiosas como esquemas de conducta son más propensos a tener una moral.
La axiología no ha arrojado nueva luz. Si bien es posible enseñar un código ético basado en racionalismo de principios y consecuencias; creo que aún la humanidad se encuentra en una etapa principiante en lógica de valores; ya que los razonamientos de muchos criminales, puede ser convincente a primera vista, al tener claridad de los beneficios comparativos y una torcida noción de la Justicia.
3.- Enseñanza religiosa
En la religión no hay libre cátedra, sólo dogma. Una asignatura especializada en tema de religión corre el riesgo de ser sometida a interés interpretativo. Los portadores del discurso aportan conocimiento en materia, pero finalmente, cualquier asignatura es capaz de corromperse por visión personal.
Más allá de comprender si es necesario educar con una materia de perspectiva religiosa, habrá de analizar las condiciones de posibilidad para implementarla en el sistema educativo. ¿Quién será capaz de impartirla? Un filósofo, un sacerdote, un educador. Los compromisos educativos asumen situaciones ideales que se plantean en programas de estudios, pero la recepción de los mismos depende de las condiciones aleatorias en que se ejercen. Podríamos integrar física cuántica en un nivel escolar básico, el problema sería quién o quiénes son los encargados.
Lo óptimo en la educación es definir un objetivo concreto y los medios para proveerlo. Aunque se tenga una intención en la educación secular, o integral del individuo, bastará analizar los recursos para determinarlo. No es debatible asumir si hay oposición o predilección por tener una materia de religión, sino saber cuál es el objetivo de la misma ¿ser comparativa, interpretativa, o crítica?
Incrédulamente, se ha restado importancia en el papel que desempeña la religión en las elecciones personales. Se ha desprestigiado el tema de la fe en la razón, pero es más aún la fe por la razón la que ha de arrojar una era capacitada de emprender acciones para transformar la educación.
Finalmente advierto la problemática seguida del ateísmo en el Estado, puede acarrear nexos complejos de repercusión cultural. Debido, principalmente a que en los países socialistas en que se ha instaurado ha iniciado una “percusión activa y violenta”. Greeley (2003). Se ha advertido por la sabiduría de cientos de años atrás que, quién no comprenda la historia está condenado a repetirla.

Conclusión
Como se ha podido demarcar en la breve exposición, resulta inoperante e inconveniente separar el estado de la religión, ya que las bases ideológicas están implícitas en los mecanismos de control y dominación social.
Lo que identifica a un pueblo pluricultural es, en buena medida, el proceso de identificación con las festividades de índole religiosa. Omitir su importancia puede acarrear una pérdida de identidad personal y cultural.
A partir de décadas pasadas se ha tenido el ideal de laicidad en la educación, favoreciendo temas que perciben su inoperatividad en el crecimiento tecnológico y científico. No obstante, apartarse de los principios morales que fundaba puede convertirse en un problema mayor para el Estado, ya que hay una estrecha correspondencia entre religión y moral.

Bibliografía
Greeley A. (2003), Religion in Europa at the End of the second millennium. Véase Introducción al ateísmo. Coord. Michael Martín. Ed. Akal. 1990