Según
Neuendorff[1]
es en la Edad de Bronce- desde 2.000 al 1.000 a.C.- donde da comienzo la historia. Quizás por la
conciencia en que los seres humanos desarrollaron sus estrategias de
adaptación, preservación y guerra. Pinturas rupestres encontradas en España y
Francia, con una antigüedad de más de 10.000 años, dan cuenta de la naturaleza
del baile, pues muestran dibujos de figuras danzantes asociadas con rituales y
escenas de caza, lo que nos da una idea de la importancia de la danza en la
primitiva sociedad humana. (Anexo I)
Para
el hombre prehistórico la danza fue un asunto de comunidad y era ésta la que
determinaba el lugar y el tiempo de la misma. En la época más evolucionada de
la llamada “sociedad cazadora superior”, las familias formaron grupos sociales
mayores con motivos determinados como funciones religioso-cazadoras y sexuales.[2]
Se
le adjudica a la expresión de baile una función de carácter social. En esta
primera forma es cuando la expresión
corporal es manifestación recreativa. Pero no podemos olvidar la necesidad de
saber los orígenes, las primeras evoluciones del bailar. Así, Popplow[3]sitúa
los comienzos de los ejercicios físicos en el Paleolítico Inferior y su
manifestación es a través de rituales de baile según el cual conserva huellas
de pies, e imágenes pintadas en cuevas. Es interesante reconocer la
expresividad de movimientos que se atisban en las pinturas rupestres donde el
carácter sexual de los dibujos y los rituales previos son explícitamente
dancísticos.
Popplow
denomina ejercicio físico a todo movimiento nacido del hombre y con fines externos al propio movimiento, él
concretamente lo enfocó a la espiritualidad. Excluye del término a las
actividades realizadas con el fin de mejorar las capacidades para cazar o del propio ser humano como pueden ser
el lanzamiento de una lanza o de una piedra
(actualmente conocido como jabalina y peso) a los que nombra ejercicios
corporales. Su consideración es simétrica a la expansión de la naturaleza del
bailar, si bien como actividad queda inscrita dentro de la actividad física. A
partir de la definición dada, de las documentaciones y testimonios
prehistóricos en los que basó su
investigación, el autor afirma que el origen del ejercicio físico se sitúa en
el Paleolítico.
Este
primer ejercicio físico que interpreta es una especie de baile cultual, una
serie de movimientos con ritmo
determinado para hacer culto a un Dios y así pedirle ayuda en distintos
aspectos de la vida. Popplow diferencia distintos tipos de bailes: de
naturaleza erótica, mágicas con vistas a
la caza, de guerreros y arqueros. Y tenían distintas funciones y fueron
evolucionando esos grupos a medida que
avanzaba la civilización.
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