miércoles, 20 de mayo de 2020

Introducción al posmodernismo



Harold Foss, conocido como Hal Foster nos presenta una Introducción al posmodernismo, en el compendio “La posmodernidad” desde las prácticas paradójicas y sintetizadas de lo que podremos describir como el proyecto irresuelto de la modernidad: heterogénea, fragmentaria, multidisciplinaria o, como él sostiene: “…un posmodernismo de resistencia como una contrapráctica no sólo de la cultura oficial del modernismo, sino también de la <<falsa normatividad>> de un posmodernismo reaccionario.” (Foster: 12)
Hablar de la condición posmoderna en mayor o menor medida implica reconocer el proyecto “fallido” de la modernidad: delimitarla según sus alcances y precisar en qué medida la razón instrumental emanada de ella expresa serias problemáticas irresueltas, tanto en la sociedad como en el arte mismo.
En su breve introducción aborda un sumario sobre distintas tesis de autores que han participado de la crítica y se encuentran contenidos en la obra: Baurdillard; Crimp Douglas; Hal Goster; - Jameson, Krauss, Owens, Said, Ulmer; sin embargo, sostiene ávidamente los cuestionamientos de Habermas, quizás siendo el más apartado del estilo “posmoderno”.
El estilo filosófico posmoderno tiene por definición carencia de método. Su crítica es dispersa y en ello aflora su cualidad. Evidencia de su importancia es el catálogo de sus múltiples representantes y su estilo de argumentación, que se ha llamado laxo, lo que imprime otras problemáticas en la segmentación y método de análisis.  La escritura posmodernista interactúa, se funde la corriente transdiciplinar,  su rigor plantea la versatilidad de traspasar un contenido monotemático






miércoles, 13 de mayo de 2020

Posmodernismo y posmodernidad


La fascinación del prefijo “pos”, desde el siglo XX, fue producto de un entusiasmo teórico ligero. “Pos” y “post” parece ser una fabulación que sitúa en apariencia ir más allá, estar por encima o continuar. No obstante, divergencias del proyecto incumplido de la modernidad toman la precaución de hablar laxamente por deformaciones léxicas propiciadas en la etapa de derrumbe de los grandes sistemas filosóficos.
La noción de posmodernismo es muy cercana a la de posmodernidad e implica una relación unidireccional, la primera es una manifestación particular de la segunda, es decir, se considera al posmodernismo efecto de la posmodernidad, lo que viene a ser una forma de producción de la era[1]. El posmodernismo es una práctica que se identifica en la estética y otros movimientos afines del arte; mientras que la posmodernidad es una condicional social y global más extensa que comprende pautas de relaciones políticas, económicas, culturales. El posmodernismo percibe el mundo humano como irreductible, pluralista, fragmentado. Aparece como una serie de nociones que giran en torno a la fragmentación de las culturas.
La estrategia del posmodernismo manifiesta el grado de emancipación con las posturas filosóficas, artísticas y culturales del siglo. En el primer volumen del Estudio de la Historia, publicado por Arnold Toynbee en 1934, especuló que la conjunción de dos fuerzas (industrialismo y nacionalismo), modeló la historia de Occidente. Desde su comienzo, enuncia en referencia a prácticas discursivas, económicas y sociológicas, giros de la filosofía, crítica, arte y teorías literarias que habían perdido significación
El estilo filosófico posmoderno tiene por definición carencia de método. Su crítica es dispersa y en ello aflora su cualidad. Evidencia de su importancia es el catálogo de sus múltiples representantes y su estilo de argumentación, que se ha llamado laxo, lo que imprime otras problemáticas en la segmentación y método de análisis. En el posmodernismo la estrategia de análisis es múltiple en relación a la recepción del arte y la experiencia de vida; su estilo está determinado a través de la definición que se integra dentro del reconocimiento crítico de un pensamiento fragmentario, un todo articulado con tendencia a interconectar fases contradictorias.
La tendencia posmodernista como práctica filosófica intentó contradecir las ideas de la modernidad declaradas críticamente por varios detractores. A partir de esta etapa, la noción histórica del siglo XX considera que el proyecto modernista ha fracasado en su intento de lograr la emancipación de la humanidad. El concepto de la modernidad, visto desde esa perspectiva, ha ahogado sus imperativos categóricos.
El posmodernismo incluye una tendencia no metódica que tiene la posibilidad de pensarse desde la inclusión de otras áreas del conocimiento. La escritura se ha identificado por ciertas características fuera del margen iluminista: frases sincopadas, en modo fragmentario, cargadas de metáforas y aforismos que diluyen las argumentaciones. Es un estilo carente de una perspectiva sistemática.




[1] La posmodernidad, nos dice Perry Anderson, como conjunto preciso de prácticas artísticas, por no decir como dominante cultural, era en gran medida ficción. Recursos estéticos que se atribuyen a la posmodernidad, sea el bricolaje con la tradición, el juego con lo popular, la reflexividad, el híbrido, el pastiche, las florituras o el descentramiento del sujeto se hallaban también en el arte moderno. Cfr ANDERSON, P. Los orígenes de las posmodernidad. trad. Luis Andrés Bredlow. Ed. Anagrama, Barcelona. 2000


jueves, 7 de mayo de 2020

Aproximación a una filosofía del arte


El arte es algo que no puede ser encerrado en una definición o abarcado desde una mirada global que pretenda explicar su totalidad. El estudio del arte, así como su investigación, tradicionalmente analiza la producción artística dentro de contextos históricos y corrientes de pensamiento. Keith Moxey explica que la noción occidentalizada del arte proviene de la modernidad y justamente centraliza una antinomia a la propia definición:
La modernidad y su pareja artística, el modernismo', siempre han estado ligados al destino del progreso temporal. El tiempo de la modernidad es teleológico y reside en Occidente. En este sentido, hablar de múltiples modernidades es un oxímoron, una contradicción lógica.[1]
Las concepciones que dieron vida a la historia del arte están cargadas de cierto sesgo ideológico y están comprometidas con una teoría del arte de corte esencialista: la historia del arte según la historia de sus protagonistas de Vasari; como la historia de un ideal de Winckelmann; como la historia de la cultura de Burckhardt; como la historia de los estilos de Riëgl y la historia del arte como análisis simbólico de Panowsky, construyeron más la versión de los historiadores del arte que la historia misma: “La historia de la historiografía del arte es la historia del interés por los conceptos y métodos.” La historiografía del arte sistematiza la exposición de las ideas artísticas presentes en las obras, como las ideas que sobre el arte se han dado en la historia.
La filosofía ha intentado complejizar los modos de producción desde un lenguaje abstracto y generalizador, que en gran medida obvia la autodeterminación creadora humana. La filosofía del arte desde Kant hasta Heidegger ha dado cuenta de la complejidad que supone un acercamiento por parte del sujeto al ente artístico. El fenómeno creativo en su concreción, unicidad y en los móviles espirituales que suponen la propia actividad artística, exceden el campo de definición abarcado en las consideraciones estéticas tradicionales.



[1] Moxey, K. ¿Es la modernidad múltiple? En  “El tiempo de lo visual: La imagen de la historia” Pág. 38

lunes, 4 de mayo de 2020

Walter Benjamin


El ensayo La obra del arte en tiempos de su reproductibilidad técnica publicado en 1936, por el pensador marxista Walter Benjamin, acuña la nomenclatura estetización de la política en relación a la muerte del Gran Arte en la tecnología y la ideología de control, tanto como la manipulación de masas mediante propaganda, que vendría a determinar la politización de la Guerra.[1] La reproductibilidad técnica incrementa las posibilidades de exhibición de las obras de arte, su alcance y recepción masivos
Benjamín demuestra que no se puede pensar la autonomía del arte con respecto a las diferentes esferas de la vida, por ello insiste en su relación con el ámbito de la política. Como pensador postmarxista sugiere que el arte en su relación con la técnica deviene de un principio fundamental del materialismo histórico, es decir, analiza las tendencias del desarrollo del arte bajo las condiciones de producción que determinan las prácticas técnicas y sociales.  
En el prólogo a la obra advierte: “El revolucionamiento de la supraestructura avanza mucho más lentamente que la infraestructura, ha requerido más de medio siglo para hacer vigente todos los ámbitos culturales a la transformación de las condiciones de producción”.[2]
Walter Benjamin al introducir el término de politización de la estética explica un fenómeno relacionado con la guerra y la espectacularidad de los medios, que se da porque nada queda en absoluto de aura. Su pérdida anuncia el final de los grandes tópicos, metanarrativas propias del modernismo, dominadas por categorías temporales. Es en ese sentido que los lenguajes culturales presentan categorías renovadas: estatus, consumo, vanaglorias impersonales y necesidad réplica. Lo que Benjamín advertía era lo que se presenta hoy en las modas, reproductibilidad técnica de idearios estéticos bajos.
Los análisis sobre fotografía y cine, litografía y técnicas de reproducción a lo largo de la historia del arte sugieren pensar en la muerte de la autenticidad de una obra a través de su reproducción, ya que el nivel de autenticidad, valor y disciplina que se inscribía en el oficio del pintor creador genera una distancia. El aura, muy cercana a la noción de sacralidad religiosa y teleológica, explica la valoración de culto como también la función ritual que dotaba a una obra ejemplar de un carácter único y duradero. En ese sentido es que el arte de la estetización política afirma una teología negativa del arte[3].
La distancia con el arte hegemónico es percibida en la ausencia de originalidad, principalmente por la sobreproducción de piezas artísticas que contribuyen a la diseminación de la obra. La distinción del arte en una época capaz de producir y reproducir objetos divisa la pérdida de valor de autenticidad en una obra, en términos de Walter Benjamin, su carácter de aura, definida como: “Un peculiar entramado de espacio y tiempo: fenómeno único de lejanía por muy cercano que esté"[4]
En la perspectiva estética benjaminiana las condiciones históricas de un arte reproductible promueven la disolución entre la cultura de masas y arte culto. Al volverse sinónimos, la degeneración del gusto genera la parodia de todos los estilos artísticos en materiales innobles: "…la reproductibilidad técnica de la obra de arte la emancipa por primera vez en la historia mundial de su existencia parasitaria respecto del ritual"[5]








[1] el Arte en mayúsculas sugiere una esencia independiente del discurso y la política, un producto del espíritu destinado a suprimir la alienación, que difiere del arte con minúsculas situado en la época de su ocaso y reproducción. Cfr. BENJAMIN, W.  La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, México. Ed. Itaca, 2003, págs. 96-99 passim
[2] Idem. Pág. 33
[3] Se entiende una clasificación de teología positiva y negativa del arte según el cual el “arte por el arte” es una versión utópica destinada a cumplir la posibilidad de inteligibilidad de la realidad del arte puro.
[4] El autor supuso la desacralización del arte contemporáneo, un siglo después de Hegel problematizó sobre en qué medida los cambios producidos en la experiencia artística dependen de los cambios histórico-culturales. Cfr. BENJAMIN, W.  óp cit págs. 236-240, 440 passim.
[5] Cfr. BENJAMIN, W. Loc. Cit. pág., 441

sábado, 2 de mayo de 2020

Análisis jurídico: Philadephia (1993)



Philadelpia (1993) es un film estadounidense que expone el Sistema de Derecho Anglosajón en la privación de las garantías individuales, cuyo argumento principal versa en el despido injustificado basado en estigmas sociales en torno a las preferencias sexuales y la presencia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
El contexto histórico al que obedece la película es EEUU en la primera década de los 90´s, momento en el cual el avance en el marco jurídico de legalidad a los derechos humanos era muy atenuante en relación a la comunidad LGBT. Por otro lado, la perspectiva social compartida era discriminatoria en el SIDA, en parte debido al desconocimiento médico y en parte por el estigma social de las prácticas sexuales que eran atribuidas a sus portadores.
El protagonista, Andrew Beckett, es un abogado en camino de asenso dentro de una prestigiosa Firma. Recibe la noticia de su enfermedad mientras trabaja en uno de los casos más importantes para la compañía, decide mantener en privacidad el diagnóstico hasta que se traspapela una demanda, motivo por el cual es despedido alegando “incompetencia”.
El juicio procederá en estricta argumentación, donde el demandante alega discriminación basado en prejuicios, mientras la defensa mantiene el alegato de negligencia laboral. El defensor, Joseph Miller, tiene que delegar sus juicios personales homofóbicos para defender una causa justa con agravantes en el sistema acusatorio.
Dentro del Sistema de Justicia se reclama una indemnización compensatoria por Daños y Perjuicios debido que por la pérdida de empleo se causó un deterioro en el status con agravantes dentro de la salud y modo de vida, siendo orillado a una serie de humillaciones y especulaciones de tipo difamatorio, a partir de la investigación de la vida privada del demandante y cómo contrajo dicha enfermedad.
Andrew Beckett pretende ampararse dentro del marco legal de la Ley de Rehabilitación de 1973, la ley federal más antigua sobre los derechos civiles de las personas con discapacidad en EEUU. Esta ley prohíbe la discriminación por razones de discapacidad en programas públicos y privados y en actividades que reciben asistencia financiera federal. Las disposiciones de dicha ley también incluyen programas y actividades que sean llevadas a cabo por el gobierno federal, incluyendo todas las agencias federales.
El fallo considera el SIDA como minusvalía ante la Ley, procediendo a la compensación por motivos de discriminación laboral. El veredicto reconoce la compensación por tres motivos: Daños patrimoniales, Daños Morales y Daños Punitivos por una cifra calculable en cinco millones de dólares.
En base al análisis de caso podemos argüir que se procedió por un Amparo Directo en una Acción de Protección legal, por reparación de daños, con el fin de cesar la destitución de garantías en la presunción y consecuencia del acto ilegítimo de despido.
En contraindicación con el Sistema de Justicia adversarial del país, es necesario comprender y recapitular que los códigos de procedimientos sobre en caso discriminatorio tiene serias variantes y deficiencias en la acción legal. No tomando en cuenta testimoniales bajo imputabilidad bíblica, confinando el sistema de verdad en el veredicto, además de debilitar la argumentación basada en privativas personales. La postura del juzgador fue carente de credibilidad en tanto muchas preguntas fueron obtenidas a partir de juicios de valor y recibiendo un atropellamiento a los interrogados en el marco testimonial.