martes, 30 de abril de 2024

Pedagogía de la Danza

 

El interés de los griegos por el arte dancístico fue secularizándose hasta fijar los valores de su cultura en las representaciones artísticas, con una clara motivación y placer estéticos. El arte griego puede caracterizarse someramente por la búsqueda la belleza, el equilibrio y la armonía. Que estaban marcados desde el desarrollo de la infancia de los ciudadanos.

En Grecia, como se ha visto, el culto al cuerpo fue uno de los elementos fundamentales de la formación integral del individuo. La Danza y el baile supondrán durante muchos siglos un arma de gran poder. No suena descabellado admitir que de esta cultura hemos heredado muchos ideales, desde el sistema de democracia hasta el ideal de cuerpo atlético.

Platón reflexiona en las Leyes sobre la mejor danza y la mejor música, que es la heredada de los antiguos, y por eso dice1 que “el legislador no debe cambiar nada relacionado con la danza ni el canto”[1]. La danza como tal es fundamental: a través de ella se aprenderá tanto ritmo como armonía, pues con la música se llega al alma para la educación de la virtud y con el movimiento corporal educado y bello se alcanza la virtud del cuerpo.

En las reflexiones sobre un Estado Ideal, el papel que conduce a despertar la virtud en las almas, el primero que debe mostrarla es el propio músico, que debe ser un experto conocedor en su materia. Platón espera que el aedo, el poeta, deba ser experto mediante su educación en la danza, la música y la materia del canto, para poder ser conductor de los caracteres y los jóvenes amen la virtud. Y la virtud no se ama, desde luego, bailando una danza completamente ebrio o al modo de un Hipoclides.[2] Esta condena se hará presente contra las dionisiacas.

Platón estipula que el baile será de tres clases según las edades de los ciudadanos: los niños se agruparán en coros que sigan los dictados de las Musas; hasta los treinta años el baile seguirá a Apolo; y sólo a partir de ahí y hasta los sesenta el baile puede ser dionisiaco, con todo lo que supone de éxtasis, de salida de uno mismo y de licencia[3]. Esta distribución de la ciudadanía debe entenderse como la búsqueda deliberada de un sistema de danza en primer lugar no individual o personal, sino en función del bien de la colectividad y participación.

Las danzas orgiásticas no son adecuadas, y por eso pueden ser practicadas por ciudadanos cuyos cuerpos no transmiten la belleza de antaño. Según Platón, las danzas orgiásticas no forman caracteres porque resultan de la previa debilidad y deterioro del alma. Todo en pos de la virtud; porque la belleza es virtud. Para él hay que poner mucho cuidado en la música y la danza que practican los jóvenes, pues una degeneración de estas artes llevaría a la degeneración moral y la corrupción de la virtud. 

Platón siguiendo a Damón, introduce la educación musical y la danza en el programa de medidas políticas encaminadas a la definición del Estado ideal que desarrolló en sus diálogos. La música ejerce un poder en el espíritu, y por tanto en la sociedad, de forma que cualquier innovación puede resultar peligrosa para el orden y equilibrio del Estado.

Citando a Platón, nos dice: "Mas, ¿qué clase de educación van a recibir? ¿Mejor acaso que la que predicamos desde tiempo inmemorial? Esta no es otra que la gimnasia para el desarrollo del cuerpo y la música para la formación del alma"[4]. Pero ¿a qué danza se refiere aquí Platón?, ¿qué y cómo era entonces la danza?

  La instrucción que hay que dar es doble, por así decirlo: debe formar el cuerpo por medio de la gimnasia, y el alma por medio de la música. Ahora bien: la gimnástica misma tiene dos partes definidas: la danza y la lucha. A su vez, la danza o bien imita las palabras de la Musa y procura expresar fielmente lo que ellas tienen de noble y libre, o bien tiende a conservar el vigor, la agilidad y la belleza en los miembros y en las demás partes del cuerpo, dándoles el grado de flexibilidad o extensión deseado, moviéndolos según el ritmo que es propio de cada uno y que se reparte en toda la danza infundiéndose exactamente en ella... Tampoco hay que olvidar todo lo que ofrecen los coros de danza, como temas de imitación decorosa; hay que citar aquí, por ejemplo, las danzas con armas de los curetes, y en Lacedemonia, las de los Dioscuros...".[5]

Platón inaugura un programa estético referido a la danza en el que la belleza –y por ende la virtud– se consigue mediante la imitación de “cuerpos bellos en aspecto serio”, que por ejemplo muestran un alma valiente en la guerra; de ahí, entonces, la danza llamada pírrica a la, en la que se imita el tiro con arco, la jabalina o golpes en los escudos; o, por otro lado, la imitación del alma prudente en “placeres mesurados”, lo que se llama danza “pacífica”. Lo que señala "el elemento técnico nos es ya familiar: manejo de las armas, deportes y juegos caballerescos, artes musicales (canto, lira, danza) y oratoria; trato social, experiencia mundana; prudencia..."[6].

Para Platón, las posturas bellas en la danza son todas aquellas que “se atienen a la virtud del alma o del cuerpo, sean de ella misma o de una imagen”; recordemos que en otros escritos Platón había expulsado a los poetas de su Estado ideal, porque en sus creaciones tienden a imitar los impulsos más bajos del alma, de la parte del alma más irracional, mientras que es extremadamente difícil que un poeta tenga éxito si quiere seguir la parte más noble y racional del alma.

Platón comenta que en “los jóvenes del Estado deben ejercitar habitualmente bellas posturas y bellas melodías para formar sus hábitos”,[7] resulta que hay un camino de ida y vuelta en la imitación. Si al bailar se imita una situación virtuosa o bella, o lo hacemos de una manera hermosa, estaremos mejorando nuestra alma[8].

El alma entra en comunión y armonía en una especie de catarsis mediante el movimiento del propio cuerpo. Ese era el papel de las danzas curativas. Desde el alma hasta quien recibe los impulsos rítmicos y sonoros, y por ende sobre el cuerpo. Mediante la danza que es hermosa y no grotesca formamos nuestros hábitos, y seremos mejores ciudadanos. Al bailar de esta forma, influimos sobre los demás, sobre quienes observan la danza, haciendo que ellos también mejoren a su vez. Tanto educación como curación se hacen a través del movimiento del alma. Platón lo compara al movimiento que la madre imprime a su hijo para que se duerma, tranquilizando así su alma. De este modo los movimientos ordenados de los danzarines llevan al alma del espectador armonía, orden y ley; en cambio, las almas desequilibradas se refl ejan en los movimientos extáticos.

La virtud sólo se va a alcanzar si la danza imita acciones bellas o caracteres virtuosos, como indicaba Aristóteles, y no en la imitación de un virtuoso danzarín. El término mímesis surgió cuando en los rituales y cultos de iniciación el sacerdote danzaba y cantaba: la imitación sería entonces imitación de una realidad interna del individuo, no de algo externo. la imitación más la expresión provocan la identificación del espectador con el danzarín. Al aceptar que el ritmo y las armonías melódicas son imitación de la vida, es más inteligible el concepto de imitación en la danza, porque podemos extenderlo hasta la noción de “representación”.[9]

La Danza está presente en multitud de obras de teatro, ya fueran comedia o tragedia y todas estas obras se preciaban de tener una parte dedicada a la misma. Estaba integrada en la forma de vida social, e incluso en la base de la educación homérica.

Aristóteles es partidario de la “catarsis homeopática”, imitando el vicio del que debe liberarse el espíritu. En definitiva, estos autores están reafirmando la capacidad mimética que tiene la música respecto a las pasiones o estados del alma mediante la transformación del coro ditirámbico cuadrado a cíclico: los coreutas dejan de ejecutar sus danzas a la manera procesional para disponerse en torno a altar, realizando un movimiento, y luego en el contrario siguiendo el mismo esquema rítmico (antiestrofa) para acabar realizando sus desplazamientos en un área más restringida. Éste podría ser uno de los efectos de las malas artes en la música, en la danza y en su imitación: véase cómo el público cae en el más absoluto desorden por culpa del exceso del bailarín; un exceso que se produce al sobrepasar los límites de la imitación.



[1] Platón. Las leyes o la legislación. 816 c; cf. R. 530c.

[2] Ibíd. Lg. 672e ss. Y Lg. 670d-e.

[3] Ibíd. Lg. 664c ss.

[4] PLATÓN en La República, o de la justicia (1981, 696

[5] PLATÓN, Las Leyes, o de la legislación (1981, 1392-1393),

[6] MARROU, H. I. - Historia de la educación en la antigüedad. Madrid. Akal . 1985, p. 26

[7]  PLATÓN en Las Leyes. Lg. 814e ss.

[8] Lg. 655b. “Que los jóvenes no sólo dancen bien, sino incluso el bien”: M. Zielinski, La Religion de la Grèce antique, Paris 1926, pp.67-68, citado por Choza de Garay, op.cit., p. 66

[9] Danza de Oriente y Danza de Occidente. Óp. Cit.  P 63

lunes, 29 de abril de 2024

Origen y mitología de la Danza


Desde los primeros momentos del baile se relacionó con Grecia desde la religión, es decir, con el culto a los dioses y con la representación de los mitos. El propio Olimpo se anima con cánticos, músicas y danzas.

El historiado Struve, citando a Homero, comenta que fue en Creta donde los dioses enseñaron la danza a los mortales[1]. Los cretenses suponen una excepción en todo el período que va del Paleolítico hasta el comienzo del clasicismo griego; la diferencia radica, en parte, en el papel relativamente subordinado que la religión y el culto desempeñaban en la vida pública. Al depender mucho menos de los cánones religiosos, la fantasía creada podía manifestarse con mayor libertad que en Egipto o Mesopotamia.

Creta, según reflexiona el autor, muestra un cuadro lleno de vida colorista y alegre y el arte expresa alegría de vivir, buena vida y el lujo de los autócratas y pequeña aristocracia. No construyeron grandiosos templos ni estatuas colosales, sino grandes palacios (Knosos, Festos) y fastuosas mansiones. (Ver anexo 6)

El arte representativo era para adornar viviendas y objetos de uso doméstico, representaban escenas de la vida cotidiana y ceremonias del culto, que dan cuenta de la importancia de la Danza y los bailes en su tiempo. Si bien, muchos de los bailes fueron importados de Egipto y de Asia, luego la gente griega reformó con un nuevo espíritu, llegando a adquirir el baile una gran importancia en toda la península helénica y en los cercanos archipiélagos, así como en Creta, distinguiéndose por la vivacidad.

Si bien se reconoce que en el mundo oriental hay Danza porque llegó a una especialización significativa, debido a la pertinencia de la investigación sólo se anexarán herramientas comprensivas de la directa adecuación en el panteón Griego de ciertas deidades, que pudieron adecuarse en las festividades de Grecia, ya que en estos escenarios las expresiones artísticas alcanzaron a desligarse de otras prácticas de la vida diaria.

En la vida cotidiana abundaban así mismo los bailes y en diferentes momentos de la vida de los ciudadanos y campesinos interviene la danza: danzas de nacimiento; danza del paso de efebo a ciudadano; danzas nupciales (en dos tiempos, la noche nupcial y la mañana siguiente); danzas de banquete (bailarinas profesionales que bailaban muy provocadoramente y corrían un gran riesgo debido a los grandes saltos que realizaban) y danzas funerarias.

siguiendo con Struve, . La danza, aunque su legado nos ha sido trasmitido indirectamente a través de textos y pinturas o relieves, tuvo también una considerable importancia, ya que se baila ha en ritos religiosos (panhelénicos o locales), ceremonias cívicas, fiestas, vida cotidiana, educación de los niños, etc. Era considerado un don divino y una forma de comunicarse con los dioses y y es en el mito del nacimiento de Zeus donde muchos escrito res situaron sus comienzos: Cronos, amenazado por su madre Gea, se comía los hijos que le daba Rea a medida que nacían. Cuando Rea fue a dar a luz su sexto vástago se escondió en una caverna y tomando una piedra la envolvió en pañales y la entregó a Cronos como si fuera su hijo y él no notó el engaño.

El pequeño Zeus creció en Creta confiado a la custodia de la ninfa Amaltea y de dos jóvenes guerreros armados de lanza y escudo, llamados los Curetas, que danzaban sin descanso un baile guerrero en tomo la gruta haciendo el mayor ruido posible, entrechocando armas y lanzando gritos de guerra con la finalidad de que los vagidos del niño no fuesen advertidos por Cronos. Probablemente el mito surgió del rito de la danza guerrera en donde los bailarines imitaban la actividad atribuida en la montaña y en el cielo a los demonios de la tempestad.

Como un caso del origen mitológico de algunos bailes está la historia de Theseo que mató al minotauro en el laberinto de Knossos. de origen mitológico de algunos bailes, se encuentra la historia de Teseo, que mató al minotauro en el laberinto de Knossos. En su regreso a Atenas, Teseo se detuvo en Delos para ofrecer un sacrificio a los dioses por haberlo salvado, durante este sacrificio, elaboró un baile con movimientos de serpiente que representaba su camino tortuoso a través del laberinto donde tuvo lugar la pelea con el minotauro. Este es el baile del laberinto o Geranos, como es conocido en los textos antiguos, actualmente es bailado en varias regiones de Grecia

Cuando regresó a Atenas, Teseo se detuvo en Delos para hacer un sacrificio a los dioses por haberlo salvado, mientras duraba el sacrificio inventó una especie de baile que imitaba los movimientos de las serpientes lo que representaba el camino escabroso que había tenido que recorrer en el laberinto en su lucha con el minotauro. Se conoce como el baile del laberinto o Geranos como lo llamaban en los textos antiguos, en la actualidad es bailado en muchas regiones de Grecia.

El baile de los coribantes inventado por los curetos o coribantes, ministros de la religión bajo los primeros titanes, lo ejecutaban al son de tambores, de pífanos, zampoñas y al tumultuoso estrépito de los cascabeles, lanzas, espadas y escudos. La fábula dice que con el ruido de dicho baile salvaron al pequeño Júpiter, cuya educación les había sido confiada. Las danzas o bailes campestres, que se dice fueron inventados por el dios Pan, se ejecutaban en los bosques y parajes deliciosos por jóvenes de ambos sexos coronados de ramos de encina y guirnaldas de flores.

La Danza también era considerada por los griegos de origen divino, y conformaba una especie de lenguaje utilizado para expresar sus emociones y sentimientos más profundos, el cual no ponía acento en la perfección de la interpretación sino en la fuerza de la caracterización. Al igual que la música, la danza estaba presente en los momentos más significativos de la vida de los griegos; acompañaba los banquetes, matrimonios y funerales.

La  indisoluble unión de canto y danza, comprobamos que estrofa recibe su nombre del hecho de que el coro que cantaba los versos daba la vuelta en torno al ara y su giro se correspondía con el fragmento de versos al que denominamos estrofa. Sin embargo, el concepto de danza en la cultura que nos ocupa, al igual que la idea de mousiké, está colmado de mayor contenido. Para los griegos, danza era toda secuencia de movimiento rítmico: orkhémai, derivado de érkhomai, noción de repetición, de articulación en el tiempo y el ritmo. [2]

El trabajo de reconstrucción de la danza en la coreografía se ha rastreado en fuentes escritas que se refieren a la danza (Platón, Aristóteles, Luciano) y fuentes arqueológicas, antropológicas y etnográficas en la cerámica griega (véase Anexo 5)  Julio Gómez Santacruz, en una conferencia titulada “La Danza en el Teatro Grecolatino”, señala una serie de conceptos phora, schema y deixis, como una esquemática guía de los movimientos básicos en la danza griega. Phora aludiría al movimiento, ya sea de partes del cuerpo o de su desplazamiento total. Schemata estaría en relación con el conjunto de posturas que culminan los movimientos y deixis sería la manifestación de las emociones contenidas en los movimientos y gestos.

Las pinturas de la cerámica griega se pueden considerar la representación plástica más fi able en un principio en cuanto a las escenas de danza que representa. Nos podemos hacer una idea respecto a la vestimenta y organología, pero el espacio limitado a la hora de plasmar una escena, las cuestiones bidimensionales y el desconocimiento de la perspectiva e incluso la concepción idealizada del arte griego, nos pueden aproximar pero no esclarecer las ideas acerca de cómo sería la danza en realidad.[3]

Las fuentes rastrean influencias de la danza en la cultura mediterránea, ibérica y de Oriente. Este carácter heredado de la Danza probablemente tenga su consecuencia en el carácter colectivo de la lírica, de la misma forma que un danzante con un papel más importante, representando a un dios por ejemplo, puede ser el embrión del teatro, como Aristóteles sugiere en el paso de la tragedia al ditirambo y de la comedia a los himnos fálicos


[1] STRUVE, V .V .: Historia de la Antigua Grecia, Madrid 1979.

[2]F. R. Adrados, “Orígenes de la Lírica Griega”, Editorial Coloquio, Madrid, 1986

[3] J. G. Santacruz, La danza en el teatro grecolatino, XLVII Festival de Teatro Clásico de Mérida. Ciclo de conferencias. 51

 

domingo, 28 de abril de 2024

La danza en sentido clásico (desambiguación)

 

El sustento de la danza lo constituye la noción de ritmo y su finalidad será la mímesis como fusión del individuo en el universo colectivo para, a través de la imitación, hacer renacer cíclicamente una acción anterior de carácter cultual o de carácter social.

La danza, en el sentido aristotélico, ejerce una acción, desarrolla una fuerza que influye sobre las divinidades regidoras del devenir de la naturaleza. Este estadio comunitario inicial ha de recurrir a un sistema de ordenación de la colectividad, siendo la procesión o pompai.[1]

La mímesis, la capacidad imitativa, y la expresión del carácter suceden en una relación especular entre la música y los gestos del bailarín, aunque esto ha ido derivando hacia una mayor abstracción. En sus inicios, la mímesis constituye el elemento primordial de la danza. La Grecia antigua articulaba la danza y baile en distintos sentidos: imitativos, etológicos, sagrados y rituales. En el espectáculo dramático, con una organización más clara, participaba la expresión etológica mimética.

Si en un principio el gesto es desordenado y posee un aspecto epiléptico que manifiesta una descarga emocional del individuo, con el tiempo, la codificación a partir de la repetición de estos trances dará lugar a una progresiva estilización del gesto que ahora puede ser comunicado al coro. Estos gestos imitan en su origen el momento del trabajo, del sexo, donde el individuo humano adquiere una nueva personalidad que en ocasiones requiere el uso de máscara, y todo ello con el fi n de conseguir ese espacio mágico donde lo imitado se convierte en real [2]

Para los griegos, danza era toda secuencia de movimiento rítmico: orkhémai, “danzar”, es derivado de la noción de repetición, de articulación en el tiempo, esto es, el ritmo. La divinidad es invocada en principio de forma caótica, mediante gritos y movimientos espasmódicos, pronto codificados y organizados en danzas. La mímesis encuentra su justificación en la concepción cíclica del tiempo: “…el hombre se sumerge en el universo colectivo para hacer renacer un tiempo anterior volviendo a realizar la misma acción”.

 

 

 

 

 

 



[1] F. R. Adrados, “Orígenes de la Lírica Griega”, Editorial Coloquio, Madrid, 1986

[2] Danza de Oriente y Danza de Occidente. Óp. Cit.  P. 46

viernes, 26 de abril de 2024

La Danza en la Grecia Clásica (Parte VI)

 

DANZANDO POR LA LIBERTAD (Aspecto Artístico)

En los siglos V y IV a.C., la cultura y el arte lograron su máxima expresión. En arquitectura predominaron las obras de carácter religioso, como fueron los santuarios y los templos. Las construcciones más importantes de este período fueron el templo de Zeus de Olimpia, el templo de Apolo de Delfos y la Acrópolis. Durante la Edad Clásica en todo Grecia existieron al rededor de 200 expresiones dancísticas de carácter religioso, atlético, dramático y popular que eran ejecutadas en el teatro, estadio, banquetes y templos.[1]

En el presente apartado se retoma una noción muy general, quizá algo laxa, de las principales ideas éticas que se imprimen en la valoración estética. Se pretende comprender la noción axiológica en forma global y no por ello sugerir que la sustancialidad de la relación ética- estética es inequívoca o última. El principal conflicto de establecer una axiología se halla en la diversidad enriquecida de escuelas cuyas reflexiones pueden estar sucintas en la apreciación de la danza y el baile.

La Danza disciplinada, según me atreveré a explicar en lo sucesivo, toda constitución bien articulada dentro del Estado, tiene legitimidad por sí y representa una manera específica de concretar la vida política, es necesario aceptarla “naturalmente” e incluso como despliegue de la naturaleza del ciudadano. Pero como una actividad del Telos en el desarrollo del individuo, también se implica como un modelo de expansión de las artes cotidianas como poiesis.

El poiein aristotélico es poesía, pero al igual también que el arte en sentido tradicional esa poesía es mucho más que el restringido concepto moderno de poesía literaria. La poesía del poiein es el acto específico del hombre y en tanto que tal, toda actividad que introduzca orden y sentido en la realidad es poesía. La poética se integraba al conjunto de las actividades del hombre.[2] Eso era así por cuanto que ninguna acción era considerada como aislada o autónoma, sino por el contrario comprendida en la red total de correspondencias simbólicas.

En efecto, la Danza como el resto de las actividades de contemplación de la belleza, tiene una significación trascendental y supraindividual. Desde la perspectiva tradicional es arte todo aquello que se presenta en despliegue y posibilidad del modo de ser metafísicamente hablando; y sólo en la medida en que el hombre da sentido y se auto-determina hace arte.

La Danza disciplinada está vinculada integralmente: no sólo con el modelo de un ideal que se registra en el canon estético de los pasos, también con el conocimiento, con la participación de la ciudadanía, de la belleza. En la dicotomía de restricción en adiestramiento corporal y pertenencia asumir leyes, la danza no sólo otorga gracia, pues da virtud al ciudadano.

Nomos es ley, la ley de la ciudad, como sentido restringido, político o jurídico, y a la vez sentido universal, metafísico, lo cual significa que las estructuras ontológicas se acoarticularla con el cumplimiento a las estructuras de la ciudad[3]. Es factible que un ordenamiento y regulación del instrumento genere asimismo una serie de temas melódicos predeterminados. Aristóteles, en “Los problemas musicales” también se plantea la cuestión de los nomoi, y argumenta que las leyes, antes de que existiera la escritura, se cantaban con el fi n de no olvidarlas. De ahí que las melodías pasen a usar el nombre de nomoi.

Así concebidos, los nomoi serían estructuras melódicas definidas, basadas en el tetracordo- sucesión de cuatro notas descendentes- cada uno con un ethos o carácter específi co, una función ritual determinada o un lugar concreto de procedencia, y una fuerza mágica recogida por la tradición. No obstante la existencia de fórmulas melódicas es recurrente en las manifestaciones musicales que estaban imbricadas íntimamente en la danza.

 El nomos pierde su esencia de inmutabilidad, de permanencia, para ceder el testigo a la harmonía[4]. Harmonía es pacto, convención. En principio hace alusión a la “afinación del instrumento”, al trasladar las posibilidades melódicas del nomo  a la disposición de los intervalos en el interior de la escala. Pero harmonía es un concepto mucho más amplio que también se ocupa de la altura determinada de los sonidos (tonoi), el conjunto de caracteres que individualizan el discurso musical. Las harmoniai estaban relacionadas con las tradiciones musicales regionales con adjetivos como eólica, dórica, lidia, frigia, dórica.

El ritmo en la música griega depende de la prosodia de los versos griegos. La estructura métrica está determinada por la sucesión de sílabas largas y breves según un orden preestablecido, lo que implica la alternancia de valores fuertes y débiles que imprimen un ritmo al verso. Los compositores trataron con mucha más libertad la duración de los elementos métricos, prolongando a veces hasta cinco tiempos la duración de la sílaba larga como consecuencia del carácter mimético que adquiere la “nueva música”[5]

Existe una fuerte conciencia de comunidad que se manifiesta en la preferencia por el canto coral. El hombre se dirige al dios mediante el sacrificio y la oración, ya sea cantada o recitada. Esta oración puede tener una fuerza mágica que actúa a modo de encantamiento, como es el caso del “himno de los curetes”, las jóvenes divinidades que, según el mito, alimentaron a Dioniso niño, en la consideración de que sus grandes saltos durante la danza estimulaban mágicamente el crecimiento de las cosechas. Los agones entre dos coros opuestos -ya sea mujeres-hombres, ancianos-niños- representan la lucha entre fuerzas contrarias, quizás también con el objetivo de estimular la fecundidad de la naturaleza.

Rhytmos, derivado de la raíz reu- designa en el mundo griego la repetición de un movimiento de procedencia natural, como puede ser el flujo intermitente de las aguas. Arithmós a su vez hace referencia al número, de ahí la palabra “aritmética”, en este caso partiendo del uso de la raíz ar- parece que están contenidos dos momentos antitéticos: el desmembramiento en piezas y la construcción en piezas[6]

El ritmo es articulado y desmembrado en pies métricos para reconstruirse en una estructura ordenada. Este orden se convierte en movimiento conferido a la danza, impulsado a través del sonido y representado por la palabra: articula la armonía. En el canto coral, por otro lado, es donde se desarrolla la mayor complejidad rítmica, el acompañamiento instrumental y la danza.

¿En qué sentido la comprensión del canon y la estructura fingirán en la libertad creativa? Por paradójico que pueda resultar, según lo expuesto hasta aquí, sólo a través del orden específico de las cualidades del individuo, se puede generar una ciudadanía. El individuo necesitaría un pleno desarrollo de sensibilidad pero también unidad de sentido para articular valores trascendentales a su vida. En el mundo Griego, Areté, tecné, poiesis son fuentes indisolubles de las artes miméticas y bases primordiales para soportar el desarrollo y naturaleza del fin.

La Danza podría ser reflexionada y practicada sólo por entramarse en una red de satisfacción de necesidades. Como una actividad de los ciudadanos, en el desarrollo de los valores de comunión entre el alma physque, la cura y la captación del cuerpo. No obstante, que hubiera bailarinas esclavas de otras regiones puede explicar la valoración del extranjero, pero también advertir que los modelos disciplinarios de la relación del cuerpo no son exclusivos ni excluyentes de otras culturas. Asia y África cuentan con una tradición de formación corporal.

La acción del baile no fue desplazada de los esclavos, partiendo de que existen algunas clases de bailes cuya influencia está determinada por diferentes modos de presentación y musicalidad, sacadas del discurso oficial. Esto se retomará brevemente en la catalogación de las danzas.

La relación conflictiva  entre libertad de pensamiento y libertad del cuerpo, están imbricadas por una forma extensiva de concordancia con la armonía, es decir, bajo el conocimiento y desarrollo en la disciplina. Hasta aquí se ha querido comprender en qué sentido Danzar con disciplina implica una fuente de apreciación y comprensión que genera valores trascendentales en el desarrollo del individuo.



[1]La verdad y la mentira en la antigua Grecia: Discurso y verdad, la persuasión. http://antiqua.gipuzkoakultura.net/discurso_y_verdad_persuasion_comedia_antigua_teatro_eu.php

[2] CF.  Danza de Oriente y Danza de Occidente. Óp. Cit.  P. 24

[3] J. A. Antón Pacheco, Ensayo sobre el Tiempo Axial, Kronos, Sevilla, 2000

[4] Danza de Oriente y Danza de Occidente. Óp. Cit.  P. 24

[5] Ibíd. P. 42- 43

[6] Ibíd. P. 52

miércoles, 24 de abril de 2024

La Danza en la Grecia Clásica (Parte V)

 

EL CIUDADANO Y EL CUERPO DISCIPLINADO (Aspecto político)

En el ámbito militar Pericles mantuvo la fuerza naval como parte de las batallas que dirigió contra los persas en las Guerras Médicas, o contra  los espartanos en la Guerra del Peloponeso. [1]Capitaneó  los dos primeros años de la Guerra del Peloponeso  y desde los treinta años, y durante otros treinta años más, formó parte de la vida pública helena. Aun cuando nunca emprendió ninguna guerra hasta haber agotado todas las vías pacíficas y de diálogo previo con sus  adversarios, posibilitando un Congreso de la Paz en el que participaron todas las ciudades helenas.

En esa época Atenas mostró su superioridad por mar, mientras que Esparta la demostró por tierra. Los espartanos invadieron el Ática, territorio perteneciente a Atenas. Pericles tuvo que proteger a su gente detrás de las grandes murallas, la hacinación y condición higiénica desencadenó una epidemia de peste, a causa de la cual se cobró la muerte de miles de personas, entre ellas el propio Pericles (429 a. C.). La devastadora Guerra del Peloponeso, dio la victoria a Esparta a fines del siglo V a. C. haciendo estragos en Atenas, que perdió definitivamente su hegemonía.

Con el fin de la guerra del Peloponeso termina la hegemonía marítima ateniense, y como consecuencia, el historiador Claude Mossé, citado por Valdés, señala que se rompe el equilibrio que existía en el siglo quinto, lo que se reflejaría, entre otras cosas, en la miseria del mundo rural, la descomposición de los valores tradicionales y la aparición de un nuevo estado de ánimo, además de las evidentes destrucciones materiales y de los cambios políticos. Para Mossé los efectos de la guerra del Peloponeso no eran claros de forma inmediata, por lo que acabarían mostrándose a lo largo de todo el siglo cuarto, a través de la aparición

Mossé opone la hipótesis de que el hecho que despertaría el imperialismo ateniense fue la batalla de Cnido, en la que dos importantes estrategas (Conón y Farnabazo) se enfrentarían al fin a la flota espartana. Luego de expulsar a los extranjeros de las islas y ciudades del Asia menor, se apoderaron de Melos, donde hubo ataques al territorio espartano para luego reunir una flota en Atenas y recoger dinero destinado a la reconstrucción de la ciudad. Cosa que fue considerada una violación de los compromisos adquiridos en el 403.

Pericles había gobernado Atenas a lo largo del siglo V a. C., haciéndole alcanzar a la ciudad un nivel de sofisticación, rara vez visto en la historia de la humanidad. En el régimen interno todo marchaba bien, pero el descontento de las ciudades de la Confederación de Delos iba en aumento. La política exterior seguida por Atenas no dio los mejores resultados; los miembros de la Liga estaban bastante descontentos. Atenas era la ciudad-estado que dominaba y subyugaba al resto de Grecia, los ciudadanos sometidos querían la independencia.

Pericles impulsó y favoreció la práctica del teatro con una serie de medidas prácticas y económicas. Las familias más ricas tenían la obligación de cuidar y sostener los coros y los actores.  Pericles se ocupaba de mantener la tradición, según la cual las piezas de teatro servían para educar moral e intelectualmente al pueblo.

El comportamiento individual se socializa a través de un modelo. El carácter preeminente de los héroes que discurren por los poemas les otorga una función paradigmática. Su comportamiento no queda sumido en el angosto espacio de la naturaleza individual y de sus limitados logros. Cada hecho tiene una resonancia que precisa de otras individualidades… el individuo no está exclusivamente cercado por el imperativo de subsistir, de permanecer en el ser de la naturaleza.[2]

La guerra, la situación del combate en también al interior de sí, el horizonte donde se proyecta todo lo que se hace. Es una guerra abierta convertida en una segunda naturaleza para el hombre, en la que se puede observar esta búsqueda de Arete.

En ese sentido interesa al transcurso de la investigación recalcar la función angular de la Areté en la constitución del ciudadano, y adjunto a este vocablo de ciudadanía se expresa el término êthike refiere el carácter; correspondiendo a eudaimonía[3] florecer, hacer un éxito de la propia vida, tener una actividad del alma concordante con la excelencia, entendiendo que la excelencia humana se realiza en la actividad intelectual, sólo indirectamente vinculada con la felicidad. Aristóteles fue un pensador que  reflexionó con profundidad sobre la felicidad y el papel de la esclavitud, que se retomará más adelante.

Corresponde explicar que, en la visión de Emilio Lledó[4], que interpreta la ética a Nicómaco encuentra común a la misma la realización del ciudadano en su Telós: la función propia del hombre que, a su vez, engendra una actividad constituya el sumo Bien, basta agregarle una cualidad: la excelencia. Así, Aristóteles ha llegado a proporcionar las notas determinantes del Fin último: Función propia del hombre. Ejercicio o actividad de despliegue de la realización de la naturaleza y en el caso último la excelencia o perfección. La búsqueda del perfeccionamiento del individuo, y la realización del despliegue de todas sus potencialidades, según lo visto, anima el ejercicio de unidad en el ciudadano.

La entelequia de la polis siguiendo la valoración aristotélica de “Todo hombre es un animal político” realiza al ciudadano virtuoso dentro de la actividad política, en la autonomía de gobierno y en la autarquía de su propia estructura[5]. La autarquía es la determinación por derecho propio según el régimen, de la normatividad económica y moral que tiende a la autosuficiencia y estabilidad de la comunidad, procurando una vida buena y digna para la mayoría ciudadana.

Los dos últimos apartados del libro VIII definen el concepto de la utilidad de las Artes miméticas dentro de la Política. Aristóteles confiere una singular concepción a éstas, en tanto el arte era considerado como el depositario de la sabiduría de la polis. Por una parte, se puede sugerir, su papel era el de difundir el conocimiento y de los valores morales de la cultura griega arcaica, pero por otro,  podría ser capaz de cuestionar la prácticas y creencias a partir de la comedia. Es por tal que comenzó a ser objeto de crecientes ataques desde varios frentes, fundamentalmente desde los sectores más ilustrados de la sociedad:

 … es necesario que los juegos de los niños no sean ni indignos de hombres libres, ni trabajosos, ni licenciosos. Además respecto a los discursos y a los mitos en cuanto a qué clase es menester que los de esta edad escuchen sea esto ocupación de los gobernantes, a los que llaman 'inspectores de la educación de los niños'. [6]

Aristóteles piensa que los juegos y los relatos míticos tienen un importante valor educativo en la medida en que permiten acostumbrar a los niños desde pequeños en los buenos hábitos. El juego en sentido de actividad fisiológica es base del desarrollo de habilidades para una actividad adulta futura, lo que pone en evidencia es el hecho de que los niños mediante la mimesis adquieren hábitos de comportamiento. “Es preciso que todas estas cosas abran el camino hacia las ocupaciones futuras, por lo cual los juegos de los niños deben ser en su mayoría imitaciones de las tareas de las que después se ocuparán seriamente.” Ibídem.

La disciplina corporal[7] adquirida posteriormente al juego, como se ha demostrado, no respondía al concepto actual que tenemos: deporte, danza y música de hecho eran mucho más valiosas en la formación inicial del ciudadano como libre pensador. Por ello recogían un amplio espectro de valores. El culto al cuerpo era uno de ellos pero no el único, la preparación psicológica para la competición o el respeto a los dioses imprimían mayor ánimo al atleta y aportaba los requisitos que todo griego distinguía del hombre perfecto.

 



[1] Cf. CECIL. M. Bora. Art. Cit. 44- 48 

[2] Cf. VALDÉS GUÍA, Miriam. Óp. Cit. P. 23- 26

[3] Ibídem.

[4] CFR. LLEDÓ, Emilio.  El mundo Homérico. En “Historia de la ética. De los griegos al renacimiento” Ed. Crítica. Victoria Camps Comp. Pp. 23-25

[5] CFR. ARISTÓTELES. La Política III, 1. 1275b. Ed. Gredos. 1998. Es importante la revisión crítica que sostiene: LUCAS, D.W. en: Aristóteles. Exposición e interpretación de su pensamiento. México: UNAM. 1990).

[6] Ibíd. 1. 1336 a 28-34

[7] καλòς καὶἀγαθóς (kalòs kaì agathós) o lo que es lo mismo "bello y bueno” son conceptos que se retomarán posteriormente. Cf.  OLIVERA, J. (1996), José María Cagigal Gutiérrez (1928-1983), Vida, obra y pensamiento en torno a la educación física y el deporte, p. 14