Max Weber fue un escritor prolijo. Su obra e intereses se despliegan en campos bastante extensos. Es posible sistematizarlos, antes bien, algunas de las reflexiones hacen converger sus intenciones respecto a metodología, política, historia, religión, ciencia, sociedad. Es uno de los padres de la sociología como ciencia moderna, planteando el parteaguas del escenario que ahora conocemos.
Su modelo teleológico
parte del principio de acción. La racionalidad, en tanto humana y lógica, funda
los actos racionales. El acto emocional, por su parte, corresponde a un acto
con el mismo principio y el último se inscribe dentro de lo tradicional. Dichos
modelos tendrán pertinencia respecto de la finalidad: “La racionalidad respecto
a un fin se define en función de los conocimientos del actor más que del
observador.”
El acto afectivo
infiere una dimensión subjetiva, determinado por la consciencia y humor
individual, es una reacción afectiva. El acto tradicional se dicta por
creencias, hábitos y costumbres. Por lo tanto, no requiere un fin. Weber se
posiciona respecto a un tema definido de ciencia, de ahí el hito fundacional de
la disciplina que ahora nos ocupa, la sociología. Pues la sociología comprende
el acto social. Su significado se inscribe en la acción, en la intención de
explicar la función en que entrelaza las conductas: “La ‘acción social’, por
tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está
referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su
desarrollo.”
Cercano al deseo de realización política, Weber
distingue actos racionales provenientes de hombres sabios. Ahí donde la ciencia
se legitima. La racionalidad, por lo tanto, es una combinación entre las reglas
de la lógica y su investigación; el fundamento se inscribe a una ciencia
positiva y racional en un desarrollo histórico concreto. Los fenómenos se
explican en la experiencia que se tiene de sí misma.
Esta distinción se dirige a la comprensión del
mundo contemporáneo. La ampliación de la esfera de los actos expresa los
vínculos de solidaridad, la interdependencia entre política y ciencia. Tema de
interés para Weber. El sentido es subjetivo y mentado en los individuos: existe
por un hecho históricamente determinado, por una masa de casos, ubica un tipo
ideal de actores. “La evidencia de la comprensión puede ser de carácter
racional (y entonces, bien lógica, bien matemática) o de carácter endopático:
afectiva, receptivo-artística.”
Su programa intenta articular que toda ciencia
mantiene una evidencia.
Captar la univocidad implica la operación de
reglas lógicas al interior. El método científico implica la construcción de
determinados valores de investigación. La sociología comprensiva es positiva,
funcionalista. Toda interpretación que pretenda validarse buscará la evidencia
pero no necesariamente llega a una hipótesis que por definición sea causal:
La
construcción de una acción rigurosamente racional con arreglo a fines siTYe en
estos casos a la sociología -en méritos de su evidente inteligibilidad y, en
cuanto racional, de su univocidad como un tipo (tipo ideal), mediante el
cual comprender la acción real, influida por irracionalidad es de toda especie
(afectos, errores), como una desviación del desarrollo esperado de la acción
racional.
La inteligibilidad no
es inmediata. Podremos aprehender en distintos horizontes por distintos
momentos. Esta respuesta de conducta es ajena, ofrecen una investigación en que
resulta imposible o hasta incompatible reflejar los valores de verosimilitud. La
realidad humana posee un carácter fundacional respecto del devenir en sociedad.
Comprende la posibilidad de inscribirse en el juicio de valor. Donde la
libertad no es algo esencial.
En esta observación
podemos entender la capacidad fundante del papel de la religión respecto de la
política, su primacía consiste en el juicio de valor. Dichos juicios son
subjetivos y estimativos. La relación con estos valores basta para afirmar su
proceso de moralidad, basto dentro de ciertas ciencias. Es posible establecer
una ciencia de valores, más allá de una axiología, que implica la selección de
unos valores respecto de otros.
Aron, R. (1974). Las etapas del pensamiento
sociológico. Buenos Aires: Siglo XXI.
Weber, M. (2004). Economía
y sociedad: esbozo de sociología comprensiva . México: Fondo de cultura
económica.