La danza se apoya completamente en la paradoja por la cual el cuerpo opera en ella el relato de su sustracción a la realidad. La danza revela contenidos de las limitaciones del cuerpo, pero ha sido encerrada en una disciplina rigurosa cuyo desenlace contiene indisolubles paradojas. La danza posee una inquietante síntesis de intemporalidad y de mortalidad: la sustracción de la disciplina y el rigor que se agotan en el instante mismo de su creación y producción
El presente efímero de la danza
contiene una imagen dinámica de la eternidad en arbitraria paradoja con la
inmanencia del cuerpo, tan perversamente corruptible, en los que la formación
adhiere a su intransmisible permanencia. La danza contiene horizontes
inasibles. Deviene del resultado de un desplazamiento, de un alejamiento cuyas
adherencias están en la congénita originalidad, la danza comprende al mundo, al
cuerpo y a la acción en un lenguaje propio.
La
Danza aparece como un gesto constante, primero y único es reinicio infinito de
una forma del actuar, y la causa de su abstracción genérica, de su tendencial
no-representatividad ha sido difusa de comprender. Estas paradojas han motivado
la investigación, en su necesidad de articular una comprensión del devenir de
su forma en cuanto la fundación de su origen.
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