EL CIUDADANO Y EL CUERPO DISCIPLINADO (Aspecto político)
En el ámbito militar
Pericles mantuvo la fuerza naval como parte de las batallas que dirigió contra
los persas en las Guerras Médicas, o contra
los espartanos en la Guerra del Peloponeso. [1]Capitaneó los dos primeros años de la Guerra del
Peloponeso y desde los treinta años, y
durante otros treinta años más, formó parte de la vida pública helena. Aun
cuando nunca emprendió ninguna guerra hasta haber agotado todas las vías
pacíficas y de diálogo previo con sus
adversarios, posibilitando un Congreso de la Paz en el que participaron
todas las ciudades helenas.
En esa época Atenas
mostró su superioridad por mar, mientras que Esparta la demostró por tierra.
Los espartanos invadieron el Ática, territorio perteneciente a Atenas. Pericles
tuvo que proteger a su gente detrás de las grandes murallas, la hacinación y condición
higiénica desencadenó una epidemia de peste, a causa de la cual se cobró la
muerte de miles de personas, entre ellas el propio Pericles (429 a. C.). La
devastadora Guerra del Peloponeso, dio la victoria a Esparta a fines del siglo
V a. C. haciendo estragos en Atenas, que perdió definitivamente su hegemonía.
Con el fin de la guerra
del Peloponeso termina la hegemonía marítima ateniense, y como consecuencia, el
historiador Claude Mossé, citado por Valdés, señala que se rompe el equilibrio
que existía en el siglo quinto, lo que se reflejaría, entre otras cosas, en la
miseria del mundo rural, la descomposición de los valores tradicionales y la
aparición de un nuevo estado de ánimo, además de las evidentes destrucciones
materiales y de los cambios políticos. Para Mossé los efectos de la guerra del
Peloponeso no eran claros de forma inmediata, por lo que acabarían mostrándose
a lo largo de todo el siglo cuarto, a través de la aparición
Mossé opone la hipótesis
de que el hecho que despertaría el imperialismo ateniense fue la batalla de
Cnido, en la que dos importantes estrategas (Conón y Farnabazo) se enfrentarían
al fin a la flota espartana. Luego de expulsar a los extranjeros de las islas y
ciudades del Asia menor, se apoderaron de Melos, donde hubo ataques al
territorio espartano para luego reunir una flota en Atenas y recoger dinero
destinado a la reconstrucción de la ciudad. Cosa que fue considerada una
violación de los compromisos adquiridos en el 403.
Pericles había gobernado
Atenas a lo largo del siglo V a. C., haciéndole alcanzar a la ciudad un nivel
de sofisticación, rara vez visto en la historia de la humanidad. En el régimen
interno todo marchaba bien, pero el descontento de las ciudades de la Confederación
de Delos iba en aumento. La política exterior seguida por Atenas no dio los
mejores resultados; los miembros de la Liga estaban bastante descontentos.
Atenas era la ciudad-estado que dominaba y subyugaba al resto de Grecia, los
ciudadanos sometidos querían la independencia.
Pericles impulsó y
favoreció la práctica del teatro con una serie de medidas prácticas y
económicas. Las familias más ricas tenían la obligación de cuidar y sostener
los coros y los actores. Pericles se
ocupaba de mantener la tradición, según la cual las piezas de teatro servían
para educar moral e intelectualmente al pueblo.
El
comportamiento individual se socializa a través de un modelo. El carácter
preeminente de los héroes que discurren por los poemas les otorga una función
paradigmática. Su comportamiento no queda sumido en el angosto espacio de la
naturaleza individual y de sus limitados logros. Cada hecho tiene una
resonancia que precisa de otras individualidades… el individuo no está
exclusivamente cercado por el imperativo de subsistir, de permanecer en el ser
de la naturaleza.[2]
La
guerra, la situación del combate en también al interior de sí, el horizonte
donde se proyecta todo lo que se hace. Es una guerra abierta convertida en una
segunda naturaleza para el hombre, en la que se puede observar esta búsqueda de
Arete.
En
ese sentido interesa al transcurso de la investigación recalcar la función
angular de la Areté en la
constitución del ciudadano, y adjunto a este vocablo de ciudadanía se expresa
el término êthike refiere el carácter; correspondiendo a eudaimonía[3] florecer,
hacer un éxito de la propia vida, tener una actividad del alma concordante con
la excelencia, entendiendo que la excelencia humana se realiza en la actividad
intelectual, sólo indirectamente vinculada con la felicidad. Aristóteles fue un
pensador que reflexionó con profundidad
sobre la felicidad y el papel de la esclavitud, que se retomará más adelante.
Corresponde
explicar que, en la visión de Emilio Lledó[4],
que interpreta la ética a Nicómaco encuentra común a la misma la realización
del ciudadano en su Telós: la función propia
del hombre que, a su vez, engendra una actividad constituya el sumo Bien, basta
agregarle una cualidad: la excelencia. Así, Aristóteles ha llegado a
proporcionar las notas determinantes del Fin último: Función propia del hombre. Ejercicio o actividad de despliegue de la realización de
la naturaleza y en el caso último la excelencia o perfección. La búsqueda del
perfeccionamiento del individuo, y la realización del despliegue de todas sus
potencialidades, según lo visto, anima el ejercicio de unidad en el ciudadano.
La
entelequia de la polis siguiendo la valoración aristotélica de
“Todo hombre es un animal político” realiza al ciudadano virtuoso dentro de la
actividad política, en la autonomía de gobierno y en la autarquía de su propia
estructura[5].
La autarquía es la determinación por derecho propio según el régimen, de
la normatividad económica y moral que tiende a la autosuficiencia y estabilidad
de la comunidad, procurando una vida buena y digna para la mayoría ciudadana.
Los
dos últimos apartados del libro VIII definen el concepto de la utilidad de las
Artes miméticas dentro de la Política. Aristóteles confiere una singular
concepción a éstas, en tanto el arte era considerado como el depositario de la
sabiduría de la polis. Por una parte, se puede sugerir, su papel era el de
difundir el conocimiento y de los valores morales de la cultura griega arcaica,
pero por otro, podría ser capaz de
cuestionar la prácticas y creencias a partir de la comedia. Es por tal que
comenzó a ser objeto de crecientes ataques desde varios frentes,
fundamentalmente desde los sectores más ilustrados de la sociedad:
… es necesario que los juegos de los niños no
sean ni indignos de hombres libres, ni trabajosos, ni licenciosos. Además
respecto a los discursos y a los mitos en cuanto a qué clase es menester que
los de esta edad escuchen sea esto ocupación de los gobernantes, a los que
llaman 'inspectores de la educación de los niños'. [6]
Aristóteles
piensa que los juegos y los relatos míticos tienen un importante valor
educativo en la medida en que permiten acostumbrar a los niños desde pequeños
en los buenos hábitos. El juego en sentido de actividad fisiológica es base del
desarrollo de habilidades para una actividad adulta futura, lo que pone en
evidencia es el hecho de que los niños mediante la mimesis adquieren hábitos de
comportamiento. “Es preciso que todas estas cosas abran el camino hacia las
ocupaciones futuras, por lo cual los juegos de los niños deben ser en su
mayoría imitaciones de las tareas de las que después se ocuparán
seriamente.” Ibídem.
La disciplina
corporal[7]
adquirida posteriormente al juego, como se ha demostrado, no respondía al
concepto actual que tenemos: deporte, danza y música de hecho eran mucho más
valiosas en la formación inicial del ciudadano como libre pensador. Por ello recogían un amplio espectro de valores.
El culto al cuerpo era uno de ellos pero no el único, la preparación
psicológica para la competición o el respeto a los dioses imprimían mayor
ánimo al atleta y aportaba los requisitos que todo griego distinguía del hombre
perfecto.
[1] Cf. CECIL. M. Bora. Art. Cit.
44- 48
[2] Cf. VALDÉS GUÍA,
Miriam. Óp. Cit. P. 23-
26
[3]
Ibídem.
[4] CFR.
LLEDÓ, Emilio. El mundo Homérico. En “Historia de la ética. De los griegos al
renacimiento” Ed. Crítica. Victoria Camps Comp. Pp. 23-25
[5]
CFR. ARISTÓTELES. La Política III, 1. 1275b. Ed. Gredos. 1998.
Es importante la revisión crítica que sostiene: LUCAS, D.W. en: Aristóteles. Exposición e
interpretación de su pensamiento. México: UNAM. 1990).
[6] Ibíd. 1. 1336 a 28-34
[7] καλòς καὶἀγαθóς (kalòs
kaì agathós) o lo que es lo mismo "bello y
bueno” son conceptos que se retomarán posteriormente. Cf. OLIVERA, J. (1996), José María
Cagigal Gutiérrez (1928-1983), Vida, obra y pensamiento en torno a la educación
física y el deporte, p. 14
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